• Conceptos básicos en la evaluación de un niño con trastorno del sueño

    La definición de los trastornos del sueño en la infancia  es sorprendentemente difícil  por varias razones:
    1). A menudo existen  problemas del sueño en lugar de verdaderos trastornos del sueño.
    Los problemas del sueño son fáciles de definir: se trata de patrones de sueño que son insatisfactorios para los padres, el niño o el pediatra. Pueden estar relacionados con el bienestar del niño o con el de la familia.  No todos los problemas del sueño son anormalidades ni todos precisan tratamiento.
    El trastorno, por el contrario, se definirá  como una alteración real, no una variación,  de una función fisiológica que controla el sueño y opera durante el mismo.
    Así pues, el trastorno representa una función anormal  mientras que el “problema” puede representarla o no.
    2). Frecuentemente el problema es para los padres y no  para el niño. Situaciones que para unas  familias son problemáticas no lo son para otras  del mismo entorno. El dormir toda la noche durante el primer año de vida no es sinónimo de dormir 8 horas; la definición de “dormir toda la noche” implica tener un período de sueño continuado, que el niño vuelva a  dormirse de manera autónoma tras los despertares fisiológicos y que el sueño del niño coincida más o menos con los horarios de sueño de los padres/tutores. Esto influye en la pérdida de entre 400–750 horas de sueño de los padres de un niño sano durante el primer año de vida.
    3). Las diferencias entre lo normal y lo anormal muchas veces es definido según la  edad y no según el patrón de sueño.
    En  ocasiones el tratamiento va a ser  semejante se trate bien de un trastorno bien de un problema del sueño debido a que los patrones específicos del sueño infantil  pueden  causar serios problemas,  incluso cuando se trate únicamente de variaciones de la normalidad.
    Los mismos trastornos del sueño van a tener una clínica y unas consecuencias  diferentes en el adulto y en el  niño  (el adulto que padece insomnio se manifiesta con somnolencia diurna mientras el niño lo puede hacer con un s. de hiperactividad, los problemas del  sueño infantil implican a la familia...),  por lo que  la intervención terapéutica debe ser diferente.
    La evaluación y definición de los trastornos del sueño en la infancia  se complica, además, si tenemos en cuenta  que los mismos síntomas pueden tener significados muy diferentes  según la edad del niño: por ejemplo es de poco valor saber que un paciente moja la cama si desconocemos la edad del mismo pues  es una situación normal a los  dos años y  patológica a los  nueve.
    Es más, en la etapa pediátrica el ambiente en el que se desarrolla el niño, las rutinas a la hora de acostarlo y la respuesta de los padres durante la noche a las demandas de los niños pueden interferir la formación de los ciclos vigilia sueño.
    En el contexto biopsicosocial occidental, el 71% de los lactantes duerme a lo largo de la noche (5 horas) a la edad de 12 semanas.

    Como factores con capacidad de predicción de futuros problemas con el sueño en este contexto occidental se han encontrado:
    a) A la semana de vida:  el mejor predictor para dormir de manera continuada 5 horas a las 12 semanas es el número de tomas:  los niños que reciben más de 11 tomas a la semana de vida tienen más dificultades para dormir 5 horas seguidas a las 12 semanas (p<0.001; odds ratio 2.7;95% CI 1.5 a 4.8)  (Anders T;1989).
    b) A los 9 meses de vida: La incapacidad para ser autónomo al dormirse a los 6- 9 meses se ha mostrado como un buen predictor de problemas para iniciar el sueño a la edad de 2 años y un incremento del colecho a los dos años. (M. Nikolopoulou, I St James-Roberts; 2003).

    Las alteraciones del sueño en la infancia pueden clasificarse de la siguiente manera:
    (Tarasluh A et al;2007)
    A) Perturbación: Presencia de un episodio por semana al menos durante 1 mes.
    B) Alteración: Presencia de 2 – 4 episodios por semana al menos durante 1 mes.
    C) Enfermedad: Presencia de 5 – 7 episodios por semana al menos durante 1 mes.

    Para evaluar estas situaciones el profesional tiene como objetivo establecer una sospecha clínica sobre la base de una historia, una exploración clínica y determinadas pruebas complementarias de manera que los elementos básicos de evaluación son :
    1. Historia clínica.
    2. Exploración clínica.
    3. Agenda/diario de sueño.
    4. Cuestionarios de cribado.
    5. Cuestionarios específicos.

    Según la sospecha clínica emanada de estos datos en una segunda etapa las alternativas diagnósticas son actigrafía, poligrafía respiratoria o polisomnografía nocturna [“Cascada diagnóstica de los problemas del sueño.jpg”].

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    cascada_de_sueno.jpg

    BIBLIOGRAFÍA

    - Nikolopoulou M, St James-Roberts I (2003). Preventing sleeping problems in infants who are at risk of developing them. Arch Dis Child;88:108-111.
    - Tarasluh A, Geenberg-Dotan S, Simon-Toval T, Freldman B, Golbart A, Tal A, Reuveri H. (2007).Elevated morbidity and health care use in children with obstructive sleep apnea syndrome. Am J Respir Crit Care Med; 175:55-61.